
Con estos datos algunos cocineros como Heston Blumenthal o Ferrán Adriá juegan con los comensales en unos experimentos particulares combinando el sabor del producto con los aromas de las especias dirigidas directamente al olfato.
Heston colocaba dos perfumes, uno de canela y otra de vainilla a los lados de un bizcocho. El comensal primero olía el de canela, daba un bocado al bizcocho y este le sabía a canela. A continuación, olía el de vainilla y éste sabía a vainilla. Esto se debe a que las partículas que quedan en la nariz aún se aprecian en el cerebro y esto acaba en la lengua.
Otro experimento que se puede hacer en casa y es gracioso es combinar azúcar moreno con canela, a quien lo vaya a tomar se le dice que se tape la nariz y pruebe esta combinación. Solo sabrá a azúcar, pero cuando se destape la nariz le golpeará un fuerte olor a canela y lo sentirá también en la boca.
Al paladar hay que educarlo, dicen, pero sin olvidar que el olfato también.
“La canela es dulce y amarga, como las mujeres” Un toque de canela
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